Textos sobre el Arte Romano.
Otros, en verdad, labrarán con más
primor el animado bronce, sacarán del mármol vivas figuras, defenderán mejor
las causas, medirán con el compás el curso del cielo y anunciarán la salida de
los astros; tú, Romano, atiende a gobernar los pueblos; éstas serán tus artes:
imponer condiciones de paz, perdonar a los vencidos y derribar a los soberbios”
Virgilio, La Eneida
Simetría es la conveniente correspondencia entre los miembros de la
obra, y la armonía de cada una de sus partes con el todo: pues así como se
halla simetría y proporción entre el codo, pie, palmo, dedo y demás partes del
cuerpo humano, sucede lo mismo con la construcción de las obras. Primeramente
en los Templos, del grueso de las columnas, de un triglifo, o bien del embater,
se toma la proporción de los otros miembros. En las ballestas, del agujero que
los Griegos llaman perítretos. En las naves, del interscalmio, llamado
en Griego dipecáice: y así en los demás artefactos, de alguno de sus
miembros se saca la razón de simetría.
Vitrubio, Los diez
libros de arquitectura
... Ni puede ningun edificio
estar bien compuesto sin la simetría y proporcion, como lo es un cuerpo humano
bien formado. Compuso la naturaleza el cuerpo del hombre de suerte, que su
rostro desde la barba hasta lo alto de la frente y raiz del pelo es la decima
parte de su altura. Otro tanto es la palma de la mano desde el nudo de la
muñeca hasta el extremo del dedo largo. Toda la cabeza desde la barba hasta lo
alto del vértice ó coronilla es la octava parte del hombre ... El pie es la
sexta parte de la altura del cuerpo; el codo la quarta; el pecho tambien la
quarta. Todos los otros miembros tienen tambien su conmesuracón proporcionada
...
Vitrubio, Los diez
libros de arquitectura, Libro III, capítulo 1 (Acerca del sentido de las
dimensiones)
Hay una clase de polvo, que por su propia naturaleza produce efectos maravillosos. Se le halla en la región de Bayas y en los territorios de los municipios, que están en las cercanías del Vesubio. Este polvo, mezclado con la cal y la piedra machacada, no sólo consolida toda clase de edificaciones, sino que incluso las obras, que se hacen bajo el agua del mar, tienen solidez. La razón de ello parece ser esta: en las entrañas de aquellos montes hay tierras y numerosas fuentes de agua caliente, que no existirían si no tuviesen debajo fortísimos fuegos, alimentados o por azufre o por alumbre o por betún. Este fuego y estas llamas, al penetrar y actuar a través de los meandros y venas de la tierra, la hacen ligera, y el tufo (o la toba), que allí existe, es lúmido y enjuto.
Y por tanto, cuando estas tres cosas, producidas
de la misma manera por la violencia del fuego, llegan a mezclarse al recibir,
de repente, por absorción el agua, se condensan y se endurecen por instantes, y
se consolidan tan intensamente en el líquido, que no bastan a repararlas o
disolverlas ni las olas ni la fuerza del agua.
Vitrubio, Los diez
libros dearquitectura (De architectura). 2, 6.
Aquí puedes encontrar el Libro I de
Vitrubio
XXXI. En nada gastó [Nerón] tanto, sin embargo, como
en sus construcciones; extendió su casa desde el palacio hasta las Esquilias,
llamando al edificio que los unía Casa de Paso; destruida ésta por un incendio,
hizo construir otra que se llamó Casa de Oro [Domus Aurea], de cuya
extensión y magnificencia bastará decir que en el vestíbulo se veía una estatua
colosal de Nerón de ciento veinte pies de altura; que estaba rodeada de
pórticos de tres hileras de columnas y de mil pasos de longitud; que en ella
había un lago imitando el mar, rodeado de edificios que simulaban una gran
ciudad; que se veían asimismo explanadas, campos de trigo, viñedos y bosques poblados
de gran número de rebaños y de fieras. El interior era dorado por todas partes
y estaba adornado con pedrerías, nácar y perlas. El techo de los comedores
estaba formado de tablillas de marfil movibles, por algunas aberturas de los
cuales brotaban flores y perfumes. De estas salas, la más hermosa era circular,
y giraba noche y día, imitando el movimiento de rotación del mundo; los baños
estaban alimentados con las aguas del mar y las de Albula. Terminado el
palacio, el día de la dedicación, dijo: Al fin voy a habitar como hombre.
Suetonio, Vida de
los doce césares
Cuando entre los romanos muere un hombre ilustre, a la
hora de llevarse de su casa el cadáver, lo conducen al ágora con gran pompa y
lo colocan en el lugar llamado los rostros. Casi siempre lo ponen de pie, a la
vista de todos, aunque alguna vez lo colocan reclinado. El pueblo entero se
aglomera en torno al difunto y entonces, si a éste le queda algún hijo adulto y
residente en Roma, éste o en su defecto algún otro pariente, sube a la tribuna
y diserta acerca de las virtudes del que ha muerto, de las gestas que llevó a
cabo en vida. El resultado es que con la evocación y el recuerdo de estos
hechos, que se ponen a la vista del pueblo, no sólo a la de los que tomaron
parte en ellos sino a la de los demás, todo el mundo experimenta una emoción
tal que el duelo deja de parecer limitado a la familia y pasa a ser del pueblo
entero. Luego se procede al enterramiento, y celebrados los ritos oportunos se
coloca una imagen del difunto en el lugar preferente de la casa en una
hornacina de madera. La imagen resulta ser una máscara que destaca por su
trabajo. En la plástica y el colorido tiene gran semejanza con el difunto. En
ocasión de sacrificios públicos se abren las hornacinas y las imágenes se
adornan profusamente. Cuando fallece otro miembro ilustre de la familia, estas
imágenes son conducidas también en el acto del sepelio, portadas por hombres
que con su talla y su aspecto se parecen más al que reproduce la imagen. Estos
figurantes lucen vestidos con franjas rojas si el difunto había sido cónsul o
general, vestidos rojos si el muerto había sido censor y si había entrado en
Roma en triunfo, o al menos lo había merecido, el atuendo es dorado. La
conducción se efectúa con carruajes precedidos de fasces, de hachas y de las
otras insignias que acostumbran a acompañar a los distintos magistrados de
acuerdo con la dignidad que corresponde al cargo que cada uno desempeña en la
República. Cuando llegan a los rostros, se sientan todos en fila en sillas de
marfil. No es fácil que los que aprecian la gloria y el bien contemplen un
espectáculo más hermoso.
Polibio, Historias,
VI, 53.
“El retrato con las imágenes de los antepasados es la expresión del ius imaginum. Salustio pone en boca de Mario palabras duras contra los patricios romanos que le despreciaban porque no tenía imágenes (de antepasados) y porque su nobleza era reciente. Tener el atrio de su casa repleto de imágenes incensadas era signo de vieja nobleza.”
SÉNECA, Epistolas,
44.5