AHORA QUE ESTAMOS EN
CRISIS Y PARA HACER PRÁCTICAS SOBRE LE TEMA 47 Y 48 DE LA OPOSICIÓN DE
GEOGRAFÍA AQUÍ DOS DEJO UNOS TEXTOS sobre la teoría económica de Keyness, sobre
la inflación económica del período de entreguerras,
J. M. Keynes. Las consecuencias económicas de la paz.
1919
“Si lo que nos proponemos es que, por lo menos durante
una generación Alemania no pueda adquirir siquiera una mediana prosperidad; si
creemos que todos nuestros recientes aliados son ángeles puros y todos nuestros
recientes enemigos, alemanes, austríacos, húngaros y los demás son hijos de del
demonio; si deseamos que, año tras año, Alemania sea empobrecida y sus hijos se
mueran de hambre y enfermen, y que esté rodeada de enemigos, entonces
rechacemos todas las proposiciones generosas, y particularmente las que puedan
ayudar a Alemania a recuperar una parte de su antigua prosperidad material.
(...).
Si tal modo de estimar a las naciones y las relaciones
de unas con otras fuera adoptado por las democracias de la Europa occidental,
entonces, ¡que el Cielo nos salve a todos¡ Si nosotros aspiramos
deliberadamente al empobrecimiento de la Europa central, la venganza, no dudo
en predecirlo, no tardará.”
Adam Fergusson. Cuando muere el dinero.
“En aquellos
tiempos las complicaciones cotidianas de la vida en a capital eran tales que se
precisaban amplios conocimientos matemáticos para las cuestiones más
elementales. La prensa de cada mañana publicaba los precios del día:
Billete de tranvía...................................50.000 marcos. (...).
Coches de caballos.............................300.000 marcos.
Baños públicos....................................115.000 marcos.
Asistencia médica..................................80.000 marcos."
Billete de tranvía...................................50.000 marcos. (...).
Coches de caballos.............................300.000 marcos.
Baños públicos....................................115.000 marcos.
Asistencia médica..................................80.000 marcos."
"En tiempos de
hiperinflación, un kilo de papas puede valer más que toda la plata de la
familia y un pedazo de carne más que el piano de cola. Una prostituta en la
familia es mejor que un hijo muerto; robar es preferible a pasar hambre; no pasar
frío es más importante que conservar el honor; el vestirse está antes que las
convicciones democráticas y comer es más necesario que la libertad"
Arthur R. G. Somssen. Una princesa en Berlín.
“Pedí la cuenta. Cuando la trajeron, estaba cuidadosamente detallada
y sumaba 650. 000.000 de marcos. Muy serviciales, habían calculado al cambio
especial de 31 dólares con 63.
- ¿Puedo ver esa cuenta? -preguntó Alfred, poniéndose las gafas de leer y, antes de que yo pudiera evitarlo, la tomó. Christoph se puso de pie, miró por encima del hombre de Alfrd y sacó la estilográfica (...)
- ¿Puedo ver esa cuenta? -preguntó Alfred, poniéndose las gafas de leer y, antes de que yo pudiera evitarlo, la tomó. Christoph se puso de pie, miró por encima del hombre de Alfrd y sacó la estilográfica (...)
¡Herr camarero¡ -gritó Alfred.
Un momento -protesté-. Esta es mi fiesta, sé que el lugar es caro...
No me prestaron atención. En un abrir y cerrar de ojos, el maître, el gerente y un cajero se habían reunido en torno a nuestra mesa.
-Herr Baron, es el procedimiento habitual aquí.
-¿Desde cuándo? ¡Esto es ultrajante¡
¡No es culpa nuestra, señor¡
¿De dónde ha sacado este tipo de cambio? Usted sabe muy bien que a las doce eran veintiséis mil millones (el dólar).
-¡Pero ahora son las dos de la madrugada, Herr Baron¡ Tenemos que defendernos...
-¿E inventa por ello un nuevo cambio? ¿El cambio nocturno del Adlon?
El cálculo da menos de veinticinco mil millones por dólar -anunció Christoph, que había estado haciendo cuentas en el reverso de un menú.
-Herr Baron, tenemos que defendernos -dijo el gerente.
¿Cómo sabremos cuál será el cambio cuando depositemos el dinero mañana por la mañana? -preguntó el cajero. Era un joven pálido, colérico, de piel enfermiza y gafas de cristales gruesos. Vestía un traje raído. Parecía cansado.
-¡Usted está cobrando en dólares, hombre¡ -dijo Christoph en tono de plaza de armas-, ¡Mañana por la mañana valdrán más¡
Por supuesto, ellos lo sabían perfectamente. Si yo hubiera tratado de pagar la cuenta en marcos -suponiendo que hubiese podido llevar al comedor más de setecientos noventa mil millones de marcos- no los hubieran aceptado. ¿Qué hacía la gente si no tenía dólares, libras, florines o francos? Algo que seguro no hacían era cenar en el Hotel Adlon.
Cuando terminaron las negociaciones, mi cuenta había sido reducida en un dólar y veintitrés centavos, lo cual difícilmente valía la pequeña escena.”
Un momento -protesté-. Esta es mi fiesta, sé que el lugar es caro...
No me prestaron atención. En un abrir y cerrar de ojos, el maître, el gerente y un cajero se habían reunido en torno a nuestra mesa.
-Herr Baron, es el procedimiento habitual aquí.
-¿Desde cuándo? ¡Esto es ultrajante¡
¡No es culpa nuestra, señor¡
¿De dónde ha sacado este tipo de cambio? Usted sabe muy bien que a las doce eran veintiséis mil millones (el dólar).
-¡Pero ahora son las dos de la madrugada, Herr Baron¡ Tenemos que defendernos...
-¿E inventa por ello un nuevo cambio? ¿El cambio nocturno del Adlon?
El cálculo da menos de veinticinco mil millones por dólar -anunció Christoph, que había estado haciendo cuentas en el reverso de un menú.
-Herr Baron, tenemos que defendernos -dijo el gerente.
¿Cómo sabremos cuál será el cambio cuando depositemos el dinero mañana por la mañana? -preguntó el cajero. Era un joven pálido, colérico, de piel enfermiza y gafas de cristales gruesos. Vestía un traje raído. Parecía cansado.
-¡Usted está cobrando en dólares, hombre¡ -dijo Christoph en tono de plaza de armas-, ¡Mañana por la mañana valdrán más¡
Por supuesto, ellos lo sabían perfectamente. Si yo hubiera tratado de pagar la cuenta en marcos -suponiendo que hubiese podido llevar al comedor más de setecientos noventa mil millones de marcos- no los hubieran aceptado. ¿Qué hacía la gente si no tenía dólares, libras, florines o francos? Algo que seguro no hacían era cenar en el Hotel Adlon.
Cuando terminaron las negociaciones, mi cuenta había sido reducida en un dólar y veintitrés centavos, lo cual difícilmente valía la pequeña escena.”
J.K.
Galbraith, El dinero, 1975.
"Los
hombres y las mujeres se apresuraban a gastar sus sueldos, a ser posible, a los
pocos minutos de cobrarlos. Los billetes eran llevados a las tiendas en
carretilla o en cochecitos de niño. (...) Aquel otoño, en Alemania, se
utilizaron virtualmente todas las prensas capaces de imprimir dinero. En
realidad los billetes manaban a raudales. Y a veces el comercio se interrumpía
al retrasarse las prensas en producir nuevos billetes de cifras lo bastante
altas para que fuese transportable la cantidad de papel necesaria para la
compra del día."