domingo, 9 de diciembre de 2012

Textos sobre la arquitectura Románica.

Aquí colocó una serie de textos sobre la arquitectura románica, son muy interesantes para personalizar el tema de Arte Románico de la oposición y para citar bibliografía en el mismo.




La arquitectura del primer románico
“Las más de las veces el aspecto exterior de una iglesia con tres naves del primer románico es sucinto y sin acento: cuatro paredes y encima un amplio tejado a dos vertientes. Simples sus dos lados menores, con grandes frontones triangulares, y delante, en la parte oriental, tres ábsides. Ventanas en arco de medio punto y un portal. Eso es todo.
En el interior, dos filas de arcos que cargan sobre apoyos, y sobre ellos tres largas bóvedas de cañón paralelas. Nada de planta superior que realce la nave central, nada de luz que entre desde arriba. La luz viene de los huecos en los muros exteriores, atravesando las dos naves laterales, igualmente filtrada y atenuada. Las ventanas abren bajo la línea de arranque de las bóvedas, con lo que éstas quedan oscuras, constituyendo más bien zonas de sombra que evidentes coberturas del espacio interior. En todo caso, las bóvedas de piedra cargan como pesadas techumbres sobre muros y arcos. Las naves aparecen como de igual altura, si bien por ser más ancha la nave central sea el arco de medio punto de su bóveda algo más ancho y alto que el de las naves laterales. Las pequeñas ventanas de los ábsides, situados en la parte oriental, solo por la mañana permiten el paso de luz clara, y ya pasado el mediodía o durante la tarde los rayos del Sol entran desde poniente en sentido paralelo a las paredes, arcos y bóvedas. A su reflejo se ve entonces la primitiva y tosca mampostería de piedra, que si bien hoy está «descubierta», hemos de pensar que estuvo siquiera fuese burdamente enlucida”.
KUBACH, H. Arquitectura románica. Aguilar. Madrid, 1989, p. 72–73.

El templo románico, imagen del cosmos
 “Pasamos al orden de las estructuras cósmicas. Por muy lejos que nos remontemos en el curso de los milenios, innumerables testimonios muestran que el hombre ha considerado espontáneamente el techo de sus construcciones como un sustituto de la bóveda celeste. Las creencias de los pueblos primitivos, sus leyendas o prácticas rituales, atestiguan que usaban constantemente ese simbolismo. Las grandes religiones, las civilizaciones más evolucionadas, las de China, India y Egipto, multiplican también sobre la bóveda de sus templos o de sus salas funerarias los frescos simbólicos del cielo. Estas concepciones las encontramos asimismo en la antigüedad clásica, ya sea en Grecia, en Etruria o en Roma. El cristianismo las hizo suyas, y el arte bizantino nos ofrece, en este sentido, ejemplos célebres y particularmente expresivos. Desde el siglo V, las iglesias basilicales habían representado en sus cúpulas el cielo estrellado, los ángeles u otros símbolos celestes, como el tetramorfos. El ejemplar más bello es quizá elmausoleo de Gala Placidia, en Ravena (siglo v); hay que recordar también a San Apolinar in Classe (siglo VI), en esta misma ciudad, el baptisterio de Soter, en Nápoles, la basílica de Casaranello, etc.
El arte románico se sitúa en la misma línea. La decoración de sus cúpulas, de sus ábsides y de las bóvedas de éstos evocarán con preferencia visiones celestiales, y, en primer lugar, a Cristo, que aparece en Majestad sobre el arco iris o sobre las nubes, rodeado de ángeles, de serafines, de santos glorificados. Volveremos sobre esto al estudiar el tetramorfos. Esta iconografía hace pensar ya que este cielo y esta tierra son distintos del cielo y de la tierra de nuestra cosmología científica moderna.”
CHAMPEAUX, G. de y STERCKX, S.: Introducción a los símbolos. Encuentro. Madrid, 1984, p 173.

Las iglesias de peregrinación
 “Entre las iglesias de tres naves de igual altura de la Europa sudoccidental existen dos grupos de iglesias importantes y muy conocidas cuyas naves laterales están abovedadas a media altura, con lo que se consigue un eficaz refuerzo adicional de la estructura. Como en las basílicas con tribunas de Italia y del Norte, se crean así espacios en un piso superior sobre las naves laterales.
Tres grandes y muy importantes iglesias se disputan la prioridad de la idea: Conques, Saint-Sernin de Toulouse y Santiago de Compostela... En todas ellas se repite el tema del cuerpo longitudinal en el transepto, estructurado igualmente como iglesia de tres naves contribunas en sus naves laterales. En la parte oriental, estas naves laterales se constituyen endeambulatorio en torno al presbiterio y al ábside, y están provistas aquí de ábsides menores, como es usual en los «deambulatorios del coro». Éstos, sin embargo, como elementos espaciales unitarios, tienen un solo piso, con lo que las tribunas quedan interrumpidas. Como en otras iglesias románicas con tres naves de igual altura, el ábside tiene forma basilical, como así muchas veces el crucero. En Toulouse se duplican las naves laterales (pero no las tribunas). Como en Santiago y Limoges, el cuerpo longitudinal es aquí muy alargado, mientras que en Conques es más corto. Solamente en Conques no circundan las tribunas las partes frontales del transepto.
Las tres iglesias citadas tienen torres abiertas sobre el crucero, si bien transformadas y elevadas en época posterior. Finalmente, son también semejantes porque tienen grandespórticos con esculturas y porque sus torres occidentales han sido añadidas con posterioridad.
La estructura interior es casi idéntica. Esbeltos pilares cuadrangulares, con semicolumnas adosadas; altos arqueríos con arcos de medio punto, y encima las aberturas geminadas de las tribunas con bóvedas de cuarto de cañón. Las semicolumnas se elevan en la nave central hasta la imposta de la bóveda y soportan en todos los pilares arcos fajones... Se aprovechan por completo las ventajas constructivas del sistema de tres naves de igual altura: las bóvedas de la nave central y de las tribunas contrarrestan mutuamente sus empujes, con lo que los pilares y sus refuerzos pueden ser, relativamente delgados, y grandes y altos los huecos...”
KUBACH, H. Arquitectura románica. Aguilar. Madrid, 1989, p. 116– 118.

La arquitectura como portadora de significado
“Un libro muy digno de tenerse en cuenta, publicado por G. Bandmann hacia 1951, ha llamado de nuevo la atención hacia un fenómeno de gran interés para la historia de las ideas: la «teoría del significado». Con anterioridad, en 1924, el teólogo e historiador del arte Sauer había escrito sucintamente sobre el tema. No obstante, este aspecto de la arquitectura estaba muy olvidado, porque la investigación artística se había dedicado a otros campos, preferentemente al de los fenómenos formales.
El problema, pues, se plantea ahora de nuevo.
Una gran cantidad de fuentes escritas medievales demuestran que se daba a la iglesia y sus partes un sentido que ha pasado a ser desconocido para nosotros.
Esto es un hecho que queda fuera de duda. Así, p. ej., en los casos en que son doce las columnas, simbolizan a los apóstoles, como sostenes que son de la Iglesia; la planta cruciforme de la iglesia es una representación de la Cruz de Cristo; el eje longitudinal acodado en algunas iglesias simboliza la cabeza inclinada de Cristo en la Cruz.
El problema que se plantea ahora para el historiador y para la historia del arte es, pues, si, y dónde, determinan estas relaciones la disposición del edificio de la iglesia, o tienen influencia en ella; o bien si «solamente» se trata de interpretaciones a posteriori de los teólogos.
Concretamente: ¿Dio el propietario de la iglesia al arquitecto el encargo de edificarla sobre una planta cruciforme, por su significado simbólico, o porque necesitaba capillas para los altares? ¿Había pedido que el cuerpo longitudinal tuviese doce columnas con las que darle su largura, o bien le fijó el número de ellas y la distancia intermedia, y él o el teólogo pudieron darse después la satisfacción de hacer en el nuevo edificio la comparación que ya había tomado carácter de tópico? ¿Se debe el ángulo en el eje a un error de medida, como podría ser, por ejemplo, en el caso de que hubiese de edificarse en torno a una construcción anterior y surgiesen dificultades insuperables para el arquitecto?
La significación de tal ángulo sería así obvia; ¿o era uno de los puntos del programa del propietario? y añadamos aún: el ábside redondo y abovedado, o quizá también el arco ¿tienen quizá un significado de «elevación» ? ¿ y por qué existen presbiterios con techumbre plana? Estos no son sino algunos problemas elegidos casi a capricho.
Si hemos utilizado tantos signos de interrogación no es para poner en duda el hecho de que se hayan querido ver tales significados en las iglesias y en sus partes —ello queda fuera de duda—, sino para preguntarnos si han sido influenciadas la disposición y la forma arquitectónica de la iglesia. Esta última cuestión no está condicionada en absoluto por la primera. Probablemente, no podremos contestar de un modo general estas preguntas, y debemos considerarlas caso por caso, y siempre será de especial valor tener en cuenta que el «estado de conciencia» del hombre medieval, sobre todo del sacerdote medieval, difiere en puntos esenciales del de cualquier investigador actual de la arquitectura, sea arquitecto o historiador del arte”.
KUBACH, H. Arquitectura Románica. Aguilar. Madrid, 1989, p. 197 – 198.

El sentido simbólico del templo románico
“La iglesia románica, casa de Dios en la Tierra, debía reflejar el orden universal que emanaba de la divinidad...su estructura debía de ir más allá de las necesidades puramente constructivas mediante la observancia de determinadas leyes simbólicas.
Simbólicamente, el espacio-camino que separa la portada de la cabecera presenta tres ámbitos: el terrenal, el de transición y el divino. El terrenal se corresponde con la nave longitudinal y viene definido por el ritmo de arcuaciones de medio punto que, a modo de gigantescas olas, va empujando al fiel hacia el ábside. Esta zona, común a todos los cristianos, es propiamente el cuerpo de la iglesia, de la que cada cristiano es un miembro.

La nave longitudinal queda interrumpida por la cúpula, que se levanta en el espacio de transición: el crucero. Si los tramos cuadrados de la nave principal simbolizan la Tierra y las formas circulares del ábside son reflejo de lo divino, la cúpula del crucero que, en tanto que elemento arquitectónico, participa de las dos formas geométricas (estructura semiesférica apoyada sobre una planta cuadrada), une simbólicamente dos mundos en él, el terrestre y el divino...
La concavidad del ábside, como imagen del espacio divino, es el núcleo de densificación de todas las líneas de fuerza de la iglesia tanto estructurales como simbólicas; es el límite del espacio divino.
J. SUREDA, Historia del Arte, pp. 97 y 98.

Las portadas historiadas del siglo XII
 Nacidos en Francia, estos magníficos tímpanos son una de las mejores bellezas de las iglesias cristianas. A ellos va inmediatamente la mirada del espectador; invitan a la meditación; arrancan al fiel de todos sus miserables pensamientos cotidianos y lo preparan a entrar en el santuario. Antes de franquear el umbral, se respira ya un aire ultra terreno. Sobre una portada decorada con una virgen majestuosa rodeada de ángeles, pueden leerse estas palabras: «Al entrar aquí, quienquiera que seas, elévate a las cosas del cielo». De este modo se esforzaron los escultores románicos para encerrar algunas grandes ideas en el semicírculo de piedra.
Los artistas del Mediodía de Francia, creadores de los tímpanos esculpidos, afrontaron la solución de un difícil problema. ¿De qué modo disponer artísticamente los personajes dentro de un semicírculo? Parece absolutamente necesario, según ellos, colocar en el centro una figura mayor que domine a todas las demás. El tímpano debía encerrar, pues, una escena triunfal; estaba predestinado a representar un espectáculo augusto.
He aquí lo que tan bien supieron comprender los escultores meridionales. Crearon tres tipos de portada, que guardan, todos, ese carácter majestuoso. El primer tipo es el de Moissac, que representa al Cristo del Apocalipsis; el segundo es el de San Sernín de Toulouse, que representa a Jesús subiendo al cielo; el tercero es el de Beaulieu, que representa a Jesús en trance de juzgar a los hombres.
Todas las portadas del siglo XII representan uno de estos tres temas. El Cristo apocalíptico de Moissac, que aparece entre los cuatro animales, es el que ha tenido mayor influencia en torno. Se le encuentra en todo el Mediodía.”
MÂLE, É.: El arte religioso. F.C.E. México, 1966, pp. 40-41.

Frases o chistes del día

Paulo Coelho

Un niño siempre puede enseñar tres cosas a un adulto: a ponerse contento sin motivo, a estar siempre ocupado con algo y a saber exigir con todas sus fuerzas aquello que desea.